sábado, 31 de octubre de 2015
Sexandrock&roll
#sexyhalloween
Ha llegado Halloween, eso es un hecho. Lo que siempre se había conocido como una fiesta para hacer una visita familiar entre tumbas y comer huesos de santo y panellets, se ha convertido, por obra y gracia de Hollywood, en un evento en el que ser mujer implica adquirir esa noche aspecto de bruja calenturienta, zombie salida, o la siempre socorrida enfermera sexy.
Parece que, si eres mujer, te vistas de lo que te vistas los complementos obligatorios son tacones vertiginoso, un wonderbra que levante hasta el infinito y la falta del menor pudor y del sentido del ridículo, y lo curioso del caso es que no son solo las mujeres de 20 años con una talla 34 y 1,80 de altura, mujeres de más de 50 años y con sus imperfecciones salen a la calle a disfrutar y a pasárselo bien, de esta guisa igualmente.
Hace años que me di cuenta de este fascinante hecho, por el que cualquier chica que en su día a día suele buscar la discreción y la el recato casi monacal, en noches como estas parece que toda su vida su profesión soñada sea la de dominatrix y que además se siente cómoda yendo de esta guisa.
Lo fascinante de es que en la mayoría de los casos estas mismas chicas saldrán con sus amigas como una noche de fiesta más y sin ninguna intención de excitar la libido de ningún miembro del género contrario, o del propio ya puestos. Ante estos datos la pregunta es obvia, esta manera de convertir cualquier disfraz en algo sexual, ¿es una opción nuestra o es una imposición cultural?
Sea una imposición o no, la mejor parte de la historia es que esa noche se mandan a paseo las inhibiciones y el consabido "que dirán" para sacar de nosotras nuestro lado más sexual y dejarlo disfrutar suelto y libre por una noche, del mismo modo que hasta el hombre heterosexual más recalcitrante justamente en este tipo de noche, se enfunda una minifalda y un sujetador y hace equilibrios sobre unos taconazos.
Quizá esta situación sea una cosa que las mujeres hemos hecho por nosotras mismas, una manera de demostrar que los instrumentos de la represión masculina, ideada desde un principio para excitarlos, puede ser del mismo modo una manera de liberarnos y de disfrutar de la frivolidad de sentirnos un poco putas por unas horas, una manera de mandar a la mierda a las reglas morales sobre como una mujer decente y "de bien" debe comportarse.
En definitivamente, tras décadas escondiendo la sexualidad de cada una como si ser sexual y deseable fuera un tabú hemos optado por dejarlo salir unas pocas veces al año para darnos el gustazo. Quizá habría menos represión si esto se diera más a menudo, si convirtiéramos cada día de nuestra vida en Halloween. Y con esta última reflexión termino de ponerme las pestañas postizas, subirme a mis andamios de charol y salir a la calle.
Lola Heartbeat
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